Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


lunes, 11 de febrero de 2013

Túnez, Egipto, Mali y la indiferencia criminal de Obama

Las revueltas de la Primavera Árabe cogieron por sorpresa a los islamistas. Tras el desconcierto inicial, jugaron a fondo su fuerza -un amplio tejido social hecho de complicidades religiosas y solidaridades cívicas-, que les permitió capitalizar electoralmente las revueltas para llegar al poder, tanto en Túnez como en Egipto, frente a una oposición laica muy fragmentada. Pero la continuidad de las protestas, junto a su inexperiencia gubernamental y a la falta de control sobre instituciones tan decisivas como el ejército o la policía, los está llevando a un callejón sin salida.

En Túnez, el asesinato del opositor laico de izquierda Chokri Belaid, que se atribuye a los más radicales del partido islamista Ennahda, ha puesto más leña a un fuego que ya ardía por la lentitud en las reformas económicas y sociales, por el paro y la miseria creciente, que fueron, precisamente, la causa del levantamiento revolucionario. En Egipto, más de lo mismo. Los Hermanos Musulmanes y la oposición se enfrentan periódicamente por manifestaciones interpuestas que suelen degenerar en violencia mortífera, dos años después de la caída de Hosni Mubbarak.

Esta situación de aumento de las protestas ha provocado, tanto en Túnez como en Egipto, divisiones en los partidos islamistas en el poder y /o entre las fuerzas de su entorno. En Egipto, los salafistas se han posicionado claramente contra el gobierno de Morsi, mientras que en Túnez el asesinato de Belaid ha puesto de manifiesto la división entre los islamistas moderados, representados por el primer ministro, Hamadi Jebali, número dos de Ennahda y partidario del modelo turco, es decir, de un islam reconciliado con los valores universales de los derechos humanos, y el sector duro partidario de un islam rigorista.

La falta de un liderazgo occidental claro e inequívoco -hablo de Obama- no sólo abandonó las revueltas democráticas del norte de África a su suerte, sino que agravó la situación con su insuficiente intervención militar en Libia. Una operación aséptica hecha desde el aire por Francia y el Reino Unido que permitió la caída de Gadafi pero no poner orden en el gallinero libio. Y poner orden significaba contener los sectores islamistas de la oposición e impedir que los arsenales de armas fueran saqueados y vendidos, tanto a grupos terroristas como a bandoleros. La desidia e incompetencia, especialmente de la administración Obama, queda patente con la indiferencia que mostró ante las advertencias del embajador estadounidense en Libia que informaban de la existencia de importantes elementos terroristas en Bengasi. Indiferencia y desidia que terminó con el asesinato del embajador y cuatro estadounidenses más y que fue escondida a la opinión pública durante un mes.

Esta incompetencia ha permitido que armas modernas y sofisticadas se hayan esparcido por todo el norte de África. Esta diáspora armamentística ha ido a parar a toda una fauna de delincuentes que pululan por la zona y que van desde traficantes de drogas sudamericanos a traficantes de drogas, de tabaco y de personas, hasta grupos terroristas islamistas. Una las consecuencias más sonadas de esta proliferación de armas ha sido el conflicto de Mali. Un conflicto de origen étnico que enfrenta tradicionalmente un norte árabe y trashumante con un sur negro y sedentario por el control de las zonas intermedias situadas entre el desierto del norte y las sabanas del sur. Un conflicto recurrente pero que si ahora se ha activado tan efectiva y rápidamente ha sido por la sobreabundancia en la zona de armas y soldados sin empleo, especialmente islamistas. Una situación que amenaza no sólo las revueltas democráticas de los países del norte de África sino también el mismo continente europeo.

Esta es la herencia de Obama y de la incapacidad europea. Bush derrotó Al Qaeda en Irak. Obama le está permitiendo renacer en el Sahel.