En cuanto a la economía, a menudo buscamos en el lugar equivocado. Uno se pregunta sobre las políticas monetarias, fiscales, sociales, pero a menudo se nos escapa lo esencial. ¿Lo esencial? El carácter disfuncional de la mayoría de los estados contemporáneos, ya que la buena salud de las naciones tiende a un sutil equilibrio entre el mundo empresarial y el poder público. Las empresas, en general, están bien gestionadas y son útiles y eficaces: ofrecen bienes y servicios reales que el público espera. Estas empresas avanzan en condiciones óptimas porque no tienen elección: funcionan o desaparecen. Sobre los Estados no pesa ninguna de estas limitaciones y hasta hace poco no se han visto obligados a seguir ninguna regla de buena gestión. Pero la aparición de un nuevo actor, el mercado financiero global, ha introducido rápidamente una limitación relativa al equilibrio presupuestario. Pero este equilibrio se puede conseguir exprimiendo al contribuyente y ahogando la economía: obviamente, todavía estamos lejos de una nueva armonía entre el Estado y las empresas.
Sobre esta naturaleza disfuncional del estado me ha llamado la atención el ensayista indio, el ex empresario Gurcharan Das. Desde Nueva Delhi, me ha hecho observar que los indios trabajan y se enriquecen durante la noche, cuando duerme la burocracia pública. Es una especie de metáfora. Gurcharan Das quisiera que su país pudiera enriquecerse también de día, con un Estado que imponga la ley y la justicia, y que gestione infraestructuras decentes. Gurcharan Das, un liberal notorio que siempre ha luchado contra el socialismo de estado en la India, admite que sin un Estado que funcione el país quedará suspendido a medio camino entre la miseria y el desarrollo. En China, señala que, por el contrario, el Estado crea una infraestructura moderna, pero ese mismo Estado aterroriza a la población, hace caso omiso de la ley y la justicia. China, por falta de un buen estado, también se bloqueará a medio camino entre la pobreza y la riqueza.
En Europa, de la misma manera y salvando todas las distancias, los estados se encuentran también entre dos aguas: en general son legítimos y respetuosos con el estado de derecho, pero, en su funcionamiento, son totalmente arcaicos. Los burócratas han conservado las costumbres de hace un siglo, la gestión de los recursos humanos es desconocida y la medición de la eficacia nula. Sabemos que cualquier negocio que funcione como nuestros Estados va directo a la quiebra. También sabemos que este arcaísmo público es una carga colectiva que no hace ni la felicidad ni la prosperidad. La solución no es americana, pues en Estados Unidos el sector público se ha convertido, salvo parcialmente en la Defensa, tan disfuncional como en Europa.
Esta contradicción, fatal a largo plazo, entre el Estado y la economía no es inevitable ya que al menos en una región del mundo la modernización del Estado se está llevando a cabo: en los países escandinavos. En gran parte bajo la influencia de los círculos liberales de pensamiento, los gobiernos del Norte han logrado disociar los objetivos de los medios del Estado, el Estado garante del Estado gestor. Claramente, los suecos, daneses, noruegos y finlandeses exigen a sus estados una especie de seguro general contra los imprevistos de la vida, como el paro, la enfermedad, la invalidez, etc. De 1930 a 1980, esta seguridad estaba garantizada y gestionada por el Estado. Desde la década de 1980, la seguridad está garantizada pero la gestionan cada vez más empresas privadas, a un precio mejor, de manera más eficiente y con espíritu de innovación. El ciudadano está satisfecho porque le importa poco quién gestiona y porque el estado se reduce a proporciones más modestas, restaurado a su función original llamada "vigilante nocturno" en el vocabulario de la economía clásica.
Se puede objetar que la cultura escandinava es más respetuosa con los hechos, más empírica que la cultura mediterránea centrada en mitos y ilusiones ideológicas. Pero no es cierto que este determinismo cultural sea la única explicación de la reconstrucción del Norte, es también porque al rozar la quiebra los países escandinavos se han movilizado para pasar de la Edad Media socialista a la modernidad liberal. Siendo optimistas, podemos concluir que en el sur de Europa la situación todavía no es lo suficientemente grave como para declarar al Estado en peligro de extinción y la necesidad de reconstruirlo sobre bases racionales. "Un momento, señor verdugo", dijo Jeanne du Barry antes de ser guillotinada en 1793, "la vida era tan bonita bajo el Antiguo Régimen". Los sindicatos del sector público hacen pensar en la condesa, la bella amante de Luis XV. / GUY SORMAN
Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
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