Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.
jueves, 12 de mayo de 2011
Barack Obama lleva dos años y medio al frente de los Estados Unidos y cuando apenas sólo le quedan 18 meses de mandato se decide a anunciar "una nueva política" para Oriente Próximo. Una anuncio retórico destinado a la claque, entre otras razones porque es muy difícil llevar a la práctica una "nueva política", tal vez un cambio de doctrina, a estas alturas del mandato y cuando hay serias dudas de que Obama, si no hay un vuelco a la situación económica, pueda ganar la reelección, . No es necesario, pues, tanta expectación para acabar pariendo un ratón. Señor Presidente: nos habríamos conformado con que hubiera tenido, simplemente, una política, y no la inexistente que ha mantenido hasta ahora.
Intentar vivir del rédito de la muerte de Bin Laden es lógico y legítimo, pero no es una política. Desde que Obama llegó a la presidencia, los Estados Unidos han estado al margen del mundo y de una manera especial de Oriente Próximo, salvo los bolos que hizo en la Universidad de El Cairo. La llamada primavera árabe le ha pasado por alto y cuando se han metido lo han hecho tarde y mal. Vergonzosamente, la guerra de Libia se está gangrenando, cuando con una clara voluntad política ya se habría acabado.Y aún es más vergonzosa la posición que mantiene respecto a Siria, por no hablar del conflicto israelo-palestino.
Señor Presidente, si quiere hacer realmente algo efectivo, lo mejor sería que en lugar de anunciar "nuevas" políticas recuperara la agenda para la democracia de su antecesor en el cargo y la desarrollara de acuerdo con la nueva situación. Tendría el apoyo del Congreso y recuperaría la unidad bipartidista en la política exterior. Al fin y al cabo, la muerte de Bin Laden no ha sido fruto de ninguna nueva política sino de la continuidad -aunque disimulada- de la política antiterrorista iniciada tras el 11-S.