Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


martes, 3 de mayo de 2011

La tercera (y probablemente definitiva) derrota de Al Qaeda

La mayoría de analistas predicen que la muerte de Osama bin Laden no conllevará la desaparición de Al Qaeda. Según explican, sobrevivirá porque no se trata de una organización clandestina tradicional, que cuando se descabeza deja de existir, sino de una invisible comunión de voluntades dispuestas a la acción al margen de cualquier centralización política. Pero sobre todo, argumentan, Al Qaeda continuará existiendo, de una forma u otra, porque siguen existiendo las causas que la engendraron: la miseria y la opresión de millones de musulmanes.

Que la violencia política organizada es el fruto de la pobreza y de la injusticia es uno de los tópicos más persistentes del imaginario socialdemócrata. En realidad, la violencia organizada, provenga del poder o de la oposición, es casi siempre el resultado de un proyecto ideológico que la justifica y la dota de coartada moral. Esta violencia política podrá ser legítima o no, legal e ilegal, pero pocas veces es sólo el fruto espontáneo de un impulso irracional.

La demostración más patente de la falsedad de esta ecuación nos la acaban de dar los millones de ciudadanos árabes que, desde Túnez a Egipto, se han rebelado pacífica y democráticamente contra la miseria y la opresión. Ninguna de las revueltas, exitosas o aún inciertas, ha optado por el terrorismo, los atentados suicidas o el secuestro y la decapitación de rehenes para conseguir sus objetivos.

Por el contrario, han sido precisamente las revueltas pacíficas, reclamando libertad para poder vivir y convivir con dignidad, las que han extendido el acta de defunción de Al Qaeda y del terrorismo islamista, y con ellos la del romanticismo de la violencia revolucionaria que aún late en el corazón de tantos analistas, profesores o periodistas progresistas, europeos y norteamericanos.

Al Qaeda fue derrotada militarmente en Irak en 2008; políticamente, el 15 de enero en la plaza Tahrir de El Cairo y corporativamente el domingo 1 de mayo con la muerte física de Osama bin Laden. Difícilmente, podrá sobrevivir a estas tres derrotas. El modelo organizativo es importante, pero no tan decisivo como parece. Cuando más fanático es un movimiento más importante es el culto al líder, a quien se considera como un dios. Y sin un dios vivo o resucitado no hay iglesia. Es el caso, a escala local, del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, o del jefe del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Öcalan.

Ciertamente, de entre los muchos huérfanos que ha dejado Bin Laden hay quienes intentarán la venganza. Durante un tiempo, difícil de predecir, aun pueden hacer mucho daño, e incluso pueden desestabilizar Afganistan o Pakistan. El canto del cisne puede ser trágico, pero es el preludio del fin. Si Al Qaeda existía como amenza global es porque existía Bin Laden. Sin él, los grupos yihadistas son poca cosa más que amenazas locales. Al Qaeda dificílmente sobrevivirà al fantasma de Osama bin Laden.