El Estado de California aprobó en 2010 una controvertida ley que permite a los padres de un colegio público recoger firmas —basta con que lo apoye el 51% de los progenitores— para cerrarlo, imponer nuevas normas a los profesores o convertirlo en un centro comunitario con los padres como supervisores. La ley fue impulsada por el grupo Parent Revolution, una organización que defiende que la implicación de los padres en el proceso educativo, y es su particular respuesta a la crisis del sistema público de EE UU.
“El colegio ha estado por debajo de los niveles exigidos por el Estado durante los últimos seis años”, lamenta Doreen Díaz, madre de otra estudiante de 11 años en Desert Trails. Ramírez denuncia que cuando han protestado por la mala calidad de los profesores, el director les recomendó que se llevaran a sus hijos a otro centro. Pero ninguna quiere mudarse, quieren profesores que pongan los intereses de los estudiantes por encima de los suyos.
Desde el pasado mes de septiembre, ha repartido panfletos informativos en el aparcamiento de la escuela, ha organizado reuniones en parques cercanos y charlado con otros progenitores para informarles de esta iniciativa. “Algunos se echaban a llorar al saber que por fin vamos a hacer algo por cambiar la situación”, cuenta. Ayer presentaron la petición con las firmas del 70% de los padres.
¿Por qué Finlandia tiene el mejor sistema educativo del mundo?
Porque los finlandeses no hacen política con su educación y exigen más titulación, idiomas y especialización que nosotros a los aspirantes a la docencia. Y como le exigen mucho, el docente en Finlandia goza de mucho prestigio y reconocimiento social.
Timo Riiho, catedrático finlandés:
La educación es demasiado importante para dejarla en las exclusivas manos de los políticos y debe gozar de un consenso a prueba de elecciones.
Ya me contará cómo lo consiguen en Finlandia. Lo primero que necesita un buen profesor es que los políticos le dejen trabajar...
Un buen profesor y todo el mundo. ... Después, la buena educación es la que no deja a nadie atrás. A nadie. En Finlandia, el 99,9 por ciento de la educación es pública y gratuita, pero pública no quiere decir burocrática: la sociedad civil se implica en su gestión. Está financiada a medias por el Estado y los ayuntamientos.
¿Con generosidad? No más de la posible. De hecho, ahora mismo, como consecuencia de la crisis, es probable que se aumente el número de alumnos por aula hasta cuarenta.
Supongo que los finlandeses pagan mejor que nosotros a sus profesores. No es así. Los sueldos –los he comprobado– de los enseñantes en Finlandia no son superiores a los españoles. Son parecidos.
Entonces no es cuestión de sueldo. No, señor. Lo que sí he observado es que en Finlandia los requisitos de acceso al profesorado son más exigentes que los suyos.
Cuéntenos. Para empezar, todos los profesores tienen que hablar perfectamente las dos lenguas del país: sueco y finlandés. Porque Finlandia es un Estado bilingüe, ya que existe una minoría –el 6 por ciento– suecohablante.
¿Usted habla sueco también? Naturalmente: soy funcionario. Además, debemos hablar inglés. Los maestros de primaria necesitan la licenciatura en Pedagogía y la mayoría completan otra licenciatura universitaria en una materia específica: Exactas, Física, Biología, Lingüística... Muchos obtienen el doctorado antes de empezar a enseñar y existe una considerable y muy útil proporción en el aula de especialistas en problemas del lenguaje y en trastornos del aprendizaje.
¿En qué se nota toda esta exigencia? En que no tenemos ni suspenso ni fracaso escolar tal como lo entienden ustedes.Cuando un niño se queda rezagado, el pedagogo es el propio profesor e interviene.