A principios de enero, Tercera Cultura publicaba la traducción al español del artículo "Por qué no tienes libre albedrío" publicado por Jerry A. Coyne en el USA Today. Este artículo se inscribe en una corriente determinista de las neurociencias que parece especialmente interesada en negar la libertad del ser humano.
Confío en la ciencia, pero cada vez me resulta más difícil confiar en los científicos. Al menos, en todos aquellos que hablan más desde la fe (que ya no es teológica sino política) que desde el escepticismo científico. El caso del calentamiento global es el ejemplo más escandaloso de la impostura intelectual que ha imperado en los últimos 20 años.
Una impostura que amenaza también a las neurociencias. La gente que hace unas décadas las criticaban violentamente, acusándolas incluso de nazismo, ahora, al no poder negar su éxito, se han apuntado al carro con la intención de conducirlo -¡como no!- en la dirección correcta. Y parece que lo están consiguiendo, al menos mediáticamente.
De un intercambio de mails sobre el tema con el amigo Toni Albert, que en internet y en temas relativos a las TIC utiliza el seudónimo de Carles Dijous, destaco esta reflexión:
El problema que hay detrás del planteamiento negativista del libre albedrío es que consideran que el yo, la conciencia, es lo único y fundamental del auténtico yo. De hecho, el término 'yo' es antiquísimo y lo podemos situar en Platón cuando habla del alma racional. Que el alma racional esté ligada al cerebro (o el cuerpo), no es algo nuevo que se plantee (Platón, Descartes, Spinoza y muchos otros ya lo plantearon). El problema es saber explicar este tipo de relación. Hoy por hoy todavía no explicable, por más que la neurociencia vaya haciendo camino con ayuda de aparatos.
Pero, el problema del libre albedrío es muy fácil de plantear desde fuera. Haciendo una simple comparación 'animalística', por decirlo de una manera que gustará a según qué tipo de personal. Comparamos los hombres y los perros, en especial en cuanto a 'su historia'. Los perros (por no decir las ovejas, las abejas, etc.) no han 'evolucionado' culturalmente, en cambio el hombre sí. ¡Eh! Esto es muy problemático, como veremos. Si el hombre es sólo carne y cerebro (y una eflorescencia de este último es lo que denominamos conciencia y capacidad de decisión racional), entonces hay algo inexplicable. Para decirlo mucho más fuerte: es extrañamente inexplicable. ¿Por qué el hombre ha evolucionado culturalmente -¡eh!, nos referimos solamente en los campos de la ciencia y de la técnica- y en cambio los perros, los elefantes, las vacas y los toros, ni ninguno de los otros animales, no lo han hecho nunca?
No quedábamos que los humanos, como el resto de los animales, eran sólo materia organizada pero determinada -sin libre albedrío-, es decir, sin posibilidad de plantearse propósitos que salieran de la vida habitual de diseño 'animal'. Pues, con el teléfono móvil, internet, la calefacción y el citroen que tenemos en fuera esperándonos, nos encontramos con un problema -toda esta evolución tecnológica es un problema- que no sabemos de dónde y, sobre todo, como ha surgido.
A ver ... Podemos decir que el hombre es un ser determinado (al igual que el resto de los animales). Pero, ¡ay!, Si defendemos esta tesis, nos vemos abocados a hacer frente a una incógnita. ¿Por qué se ha orientado hacia el desarrollo de unos conocimientos científico-matemáticos (con una técnica derivada)? Esto solo puede tener una de estas dos explicaciones:
a) Que estaba determinado a que, en un momento concreto, desplegara este tipo de conocimiento que ha desembocado con satélites, GPS y emisiones de ondas de video y sonido.
b) Que goza de un margen de libertad que permite este desarrollo, sin problemas. Este margen se reduce a hacer propuestas mágicas, científicas, etc., Algunas de las cuales triunfan y aciertan. El GPS, es uno de esos resultados, para reducir ejemplos.
Ahora bien, si negamos el margen de libertad (b), caemos en la opción (a). La cual, ¡ay!, Exige algún sabio programador externo (dile dios, dile sabio de un mundo extrafísico) que está 'jugando' con un juego de un gran ordenador, del que los humanos son los protagonistas de una larga aventura.
Volviendo un poco al artículo... Que han descubierto que antes de tener una respuesta consciente, el cerebro ya tiene noticia. ¡ Pues vaya descubrimiento! Bertrand Russell explica que durmiendo se le resolvían algunos de los problemas de los Principia Mathematica y cuando se despertaba entonces corría a tomar nota. O el caso de Poincaré que resolvia algunos problemas también matemáticos (mejor dicho, se le aclararon sin él darse cuenta del proceso -como la inspiración del poeta!-, cuando estaba a punto de subir en el autocar para ir una excursión).
Un texto de Poincaré al respecto.
It is certain that the combinations which presente themselves to the mind in a kind of sudden Illumination after a somewhat prolonged period of unconscious work are generally useful and fruitful combinations ... all the combinations are formed as a result of the automatic action of the subliminal ego, but those only which are interesting find their way into the field of consciousness ... En few only are harmonious, and consequently at once useful and beautiful, and they will be capable of affecting the geometrician s especial Sensibility I have been speaking of; which, once aroused, will direct our attention upon them, and will thus give them the opportunity of Becoming conscious ... In the subliminal ego, on the contrary, there Reign what I would call liberty, yf one could give this name to the mere Absence of discipline and to disorder borne of chance. [37]El cerebro es como una olla que, según los elementos que se ponen, después de un tiempo más o menos largo, da algunos resultados. Algunos mejores que otros. Este artículo, es un ejemplo. Ha sido escrito en rechazo a tu pregunta. Por supuesto que algunas ideas sobre el tema hervían dentro de la olla, pero ha sido en el momento de sacar algo del caldo cuando se ha concretado en las líneas anteriores.
Ciertamente -salvo el texto de Poincaré- este texto lo han escrito con todo detalle las manos de Toni Albert. Y diría que su cerebro le ha dictado lo que quería escribir y su exigencia mental ha eliminado algunos aspectos, situándose algunos frente a otros y decidiendo, sí, decidiendo poner fin a este texto.