Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


domingo, 10 de abril de 2011

Sobre el artículo de Sostres

Arcadi Espada:
Sostres dice en su artículo que el asesinato tiene causas. Y señala que la causa es el adulterio de la mujer asesinada. Naturalmente se trata de una irresponsable osadía intelectual. Qué sabrá Sostres ni nadie sobre los porqués, a 24 horas del qué. Pero, en absoluto, es una irresponsabilidad moral, al margen del hablar sin saber. Todo ese griterío espeluznante que clama contra el columnista también cree que hay causas. Concretamente, y en el caso que nos ocupa, el sexo masculino y su inexorable deslizamiento hacia el crimen por causas de índole biológica y cultural. A mí me parece lamentable que el periódico incluya el epígrafe «Terrorismo doméstico» en sus informaciones sobre el crimen de pareja. A mí me parece inmoral que el léxico y las actitudes de buena parte del periodismo y de la sociedad contemporáneos criminalicen al conjunto de los hombres en cada asesinato que comete un hombre. Trato de combatir esos argumentos, y hasta con pasión; pero nunca se me ha ocurrido exigir que los prohíban. Del mismo modo me repugnan todos aquellos que aún con las vísceras calientes de la víctima condenan, por ejemplo, el terrorismo islamista, pero enseguida añaden que hay causas: la presión israelí, el hambre, el atraso. Y me repugnan porque causas suele ser un eufemismo de causas justas. Ni siquiera voy a negar que ese eufemismo pueda hallarse activo en el artículo de Sostres, a pesar de sus empalagosos y constantes recordatorios a cada línea del carácter injustificable del crimen. Pero lo cierto es que esa inmoralidad, de haberla, impregna cada día las páginas del periódico, de Hernani a Bagdad, pasando, de vuelta, por Bengasi y Grozni. Sostres dice que el adulterio es la causa. Como otros dicen que la miseria es la causa. Como otras dicen que es el hombre en sí. Habría que exigirles estudios, no hogueras.

ADENDA.- Juzguen ustedes mismos:
UN CHICO NORMAL

El chico rumano de 21 años que ha estrangulado a su novia embarazada, también rumana, de 19, “era un chico normal”, según han dicho de él sus vecinos y conocidos. “Discutían como cualquier pareja”, ha explicado la madre de la víctima. Después de cometer el crimen –o de presuntamente cometerlo, hasta que no se celebre el juicio- el chaval, horrorizado por lo que había hecho, telefoneó a su padre a Rumanía y le mostró el cadáver de su novia muerta a través de una webcam.

Porque un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a casa y su chica le dice que le va a dejar y que además el bebé que espera no es suyo.

Ni puedo justificar ni justifico un asesinato, ni cualquier forma de maltrato tenga consecuencias más leves o más graves. No pienso que haya causas morales que puedan justificar matar a alguien, ni que puedan servir siquiera de atenuantes en el juicio. Digo que a este chico les están presentando como un monstruo y no es verdad. No es un monstruo. Es un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos.

Porque hay muchas formas de violencia, y es atroz la violencia que el chico recibió al saber que iban a dejarle y que el niño que creía esperar no era suyo. No te causa la muerte física pero te mata por dentro y aquel día algo de ti muere para siempre. No justifico lo que hizo, ni creo que se pueda justificar, pero no es un monstruo: es un chico normal sometido a la presión de una violencia infinita, una violencia que no por no ser física es menos violenta; un chico que luego tuvo una reacción terrible, inaceptable e inasumible, criminal, y que no sólo terminó con la vida de su novia y la de la criatura que esperaba sino que terminó, en cierto modo, con la suya propia.

Espero que si algún día me sucede algo parecido disponga del temple suficiente para reaccionar quemándome por dentro sin que el incendio queme a nadie más. Pero me reconozco en el dolor del chico, en su hundimiento, en su caída al fondo de sí mismo oyendo las explicaciones de su novia. Me reconozco en su desesperación, muy normal y nada monstruosa: en su herida, en su desgarro. Quiero pensar que no tendría su reacción, como también lo quieres pensar tú. Pero ¿podríamos realmente asegurarlo? Cuando todo nuestro mundo se desmorona de repente, cuando se vuelve frágil y tan vertiginosa la línea entre el ser y el no ser, ¿puedes estar seguro de que conservarías tu serenidad, tu aplomo?, ¿puedes estar seguro de que serías en todo momento plenamente consciente de lo que hicieras?

Que la justicia dicte su sentencia y que sea tan severa como tenga que ser. Ante un asesinato no hay causas morales. Pero este chico no es un monstruo. Es un chico normal disparado al centro de su querer, arrancado a la vez de su novia y de su hijo, sometido a una violencia brutal que al no ser física nunca se considera pero que ahoga y machaca lo mismo que cualquier otra violencia.

Hay muchas formas de violencia. La mayoría de los que escriben y leen sobre sucesos ignoran cómo a veces el amor se convierte en escoria y en desgracia y se abraza desesperadamente a la tragedia.