Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


martes, 12 de abril de 2011

El ecologista radioactivo


Desde este blog he criticado la cobertura mediática del accidente nuclear de Fukushima por su catastrofismo, a menudo interesado. La demagogia llegó al dislate de que las hipotéticas muertes por radiación de la central nuclear desbancaran a las decenas de miles de víctimas reales del terremoto y el tsunami. Se ha jugado con el miedo irracional a otro Chernóbil -aunque sus consecuencias fueron muy bajas y astronómicamente alejadas de las del tsunami- para llevar el agua al molino del ecologismo político.

Curiosamente, sin embargo, mientras la denuncia de la energía nuclear era prácticamente unánime en los medios de comunicación, la división se hacía patente en las filas del movimiento ecologista. La causa de esta división es el calentamiento global. Mientras algunos ecologistas, como el de la entrevista de La Vanguardia, creen que el fin justifica los medios y que, por lo tanto, es mejor optar por la energía nuclear que por la de los combustibles fósiles, la vieja guardia verde no quiere saber nada ni de una ni de otra.

Los neo-ecologistas consideran dogmáticos y anti-científicos a sus progenitores intelectuales, però no por ello son mas autocríticos. Ni por un momento han puesto en duda si su posición sobre el origen humano del calentamiento global no es también dogmática, más ideológica que científica. Del mismo modo que para el ecologismo originario las centrales nucleares era lo más malo que se podía imaginar, para sus cachorros lo mas malo es ahora el carbón y el petróleo.

De repente, todos los peligros y condicionantes del régimen nuclear denunciados durante décadas por el movimiento ecologista han desaparecido de la agenda de los nuevos verdes. Ciertamente, la letanía ecologista sobre la maldad intrínseca del átomo no sólo era exagerada sino también falsa en muchos de sus planteamientos. Pero no por ello, la energía nuclear ha pasado a ser una cosa de niños; una industria trivial y inocua sin trascendentales consecuencias económicas, políticas y militares. El problema de la energía nuclear no son tanto los accidentes o los residuos radiactivos como la fabricación del uranio enriquecido y lo que ello conlleva: la proliferación. O si lo prefieren: la bomba atómica. La crisis internacional provocada por el programa nuclear iraní lo ejemplifica claramente.

El entusiasmo beatífico del ecologismo radioactivo en substitución del rancio ecologismo anti-nuclear no sólo no resuelve nada sinó que crea nuevos fantasmas. Antes, demonizaron el átomo; ahora, calumnian al carbón.

Pero la defensa del carbón es mejor dejarla en manos del amigo Antón Uriarte. Nadie como él, que yo sepa, sabe tanto sobre el tema ni ha escrito tanto reclamando su rehabilitación. Os recomiendo algunas de sus anotaciones al respecto: "Centralismo nuclear", "La tontería de Garoña", "Perjudicar al carbón" o "Carbón limpio", entre otros.