Tal como había previsto en este artículo escrito ANTES DE LAS ELECCIONES, el nuevo gobierno del PP anuncia que “la situación económica es mucho peor de lo que esperábamos y el déficit es mucho mayor de lo que esperábamos”. ¡Qué previsible! A la vista de ello “se han visto obligados” (ellos no querían, pero se han visto obligados) a tomar una serie de medidas que han anunciado hoy.
Algunas de esas medidas me parecen bien. Por ejemplo, está bien que se obligue a los funcionarios a trabajar más horas, que se reduzcan los obscenos subsidios a instituciones privadas como asociaciones de empresarios, partidos políticos o sindicatos (el recorte aquí debería haber sido superior al 20%, especialmente para los partidos políticos que hacen campañas electorales que no sirven para informar sino engañar al electorado) y que se recorte el gasto en 8900 millones, aunque se debería concretar un poco más. En principio se deberían mantener las inversiones productivas que pueden revitalizar el crecimiento y eliminar los gastos corrientes improductivos.
Para solucionar lo que Soraya ha calificado de problema “temporal, grave e inesperado” se han tomado decisiones “temporales, graves e inesperadas” (traducción para inexpertos e ilusos que todavía confían en el sistema político español: se han tomado decisiones EXACTAMENTE CONTRARIAS a las que se prometieron durante la campaña electoral). Ya estamos acostumbrados a que lo que se dice en las campañas electorales tenga valor cero (aunque estaría bien que alguien, algún día, castigara a los mentirosos compulsivos y quizá la mejor manera de hacerlo es quitarles no sólo el 20% sino el 100% de la subvención estatal). Ese no es el problema de los anuncios de hoy. El problema es que estas soluciones que se proponen no van a funcionar. Es más, van a ser contraproducentes. ¿Por qué?
Primero, aumentar el IRPF va a reducir el crecimiento y va a fomentar la economía sumergida.
Segundo, anunciar que el aumento es de carácter temporal es especialmente pernicioso puesto que tanto las rentas de capital como las rentas del trabajo elevadas SON FUNGIBLES EN EL TIEMPO, es decir, se pueden posponer dos años para que vuelvan a tributar a tipos reducidos. Eso reducirá la actividad económica, la inversión y el empleo en el corto plazo (los que seáis economistas, analizad las consecuencias de un aumento temporal de impuestos según la teoría Q de la inversión, por ejemplo). Dentro de lo malo, hubiera sido menos malo decir que los aumentos eran permanentes y supongo que no lo han hecho para disimular un poco el hecho de que lo que hacen contradice tanto la filosofía del PP como el programa electoral.
Tercero, como consecuencia del punto anterior, la recaudación fiscal que predice el ministro Montoro NO se va a cumplir.NO se van a recaudar los 6.000 millones de euros adicionales como consecuencia de estas medidas. Vistos estos tres primeros puntos, la impresión es que el PP ha tomado esta medida para poder ponerse una medalla “redistributiva” (es decir, para poder decir que los ricos pagan más), lo cual puede ser una buena idea desde el punto de vista de implementación de recortes. Subir el IVA hubiera sido más eficiente, pero no hubiera permitido decir que se hace pagar a los ricos y hubiera sido difícil implementar temporalmente.
Y cuarto, el gobierno se ha vuelto a equivocar con los subsidios fiscales a la compra de viviendas para revitalizar el sector inmobiliario. Es necesario que el sector inmobiliario reduzca su tamaño y gastar dinero en su revitalización no solo es una desviación de dinero que se podría dedicar a cosas útiles sino que va en la dirección exactamente contraria a la necesaria.
Yo sigo insistiendo en la conclusión del artículo que he mencionado arriba: si el PP no hace las cosas bien, este gobierno puede seguir los pasos del de Papandreu y, tras hundir todavía más la economía española, durar solamente dos años. Los primeros pasos parecen ir en esa dirección.
Publicado con autorización del autor.