Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

La batalla por la democracia árabe no ha terminado



La batalla por la democracia árabe se sigue librando en la plaza Tahrir. Pero, lamentamblemente, ya no parece interesarle a casi nadie. La crisis económica absorbe lógicamente las preocupaciones, pero ignorar las revueltas árabes como si fueran algo muy lejano a nosotros es un error. El terremoto político no está pasando en nuestras antípodas sino al otro lado de nuestras costas, que en su punto más cercano apenas hay 15 kilómetros de separación.

Europa está dividida en dos posiciones contrapuestas, la progresista y la conservadora, que han limitado su intervención al caso libio, que ha acabado sin que se haya sacado el agua clara después de una guerra que ha hecho proporcionalmente más muertes en seis meses que la guerra de Irak en nueve años.

Así, mientras el pensamiento progresista cree que la "primavera árabe" es una revolución inequívocamente democrática, el pensamiento conservador opina exactamente lo contrario. Mientras los progresistas fundamentan su apoyo en poca cosa más que en el look moderno y cosmopolita que internet y las redes sociales han dado a las revueltas, los conservadores creen que el peso de la historia hace imposible, hoy por hoy, una transformación democrática de estos estados.

El punto de vista progresista, ciertamente, se aguanta sobre unas bases que parecen muy débiles y relativamente minoritarias. Aunque la demografía anota que se trata de países con mucha gente joven, sólo unas minorías urbanas y relativamente acomodadas tienen acceso a internet y a una visión del mundo más cosmopolita. Pero hay que tener presente que el papel de las minorías ilustradas más de una vez en la historia han jugado un papel decisivo como vanguardias de revoluciones más profundas.

Por el contrario, el pensamiento conservador parece tener bases más sólidas que los progresistas donde apoyar su escepticismo. Y los acontecimientos posteriores a la primavera árabe parecen darles la razón. La alianza tácita o explícita, especialmente en Egipto, entre los restos del nasserismo panárabe y el islamismo de los Hermanos Musulmanes parece funcionar sin demasiados problemas, alterada sólo por la resistencia de los grupos que reclaman una democracia real y los derechos de las mujeres.

Es probable que los resistentes de la plaza Tahrir tengan los días contados, especialmente si nadie mueve un dedo a su favor. Sea el dedo de Obama o el de los conservadore, que desde el primer día ya dieron por perdida la partida. Hasta ahora los demócratas árabes no han dado muestras de reflujo, ni de tirar la toalla. Esperemos que la rigidez de nuestras opiniones no les deje de nuevo en la estacada.