¿Tienen lógica estas embajadas y más cuando ya tenemos las oficinas del Copca (ahora con otro nombre) que hacen las funciones de ayuda comercial al extranjero? Personalmente creo que fueron un disparate que llegó al paroxismo con la oficina de Nueva York, donde literalmente el tripartito se volvió loco y echó la casa por la ventana. Sólo la inauguración, con el viaje oficial de una nutrida comitiva de amigos y adosados, ya costó más de 80.000 euros. Y ya había empezado la crisis que ahora nos tenemos que comer en términos de una deuda pública astronómica. Sobra decir que el resultado de estas delegaciones, con respecto a los objetivos, es indescriptible y llega a la misma altura que la preparación diplomática que tenía el hermano de Carod para dirigir la lujosa sede de París: cero al cuadrado. Es una vergüenza mantenerlas abiertas, primero porque se están reduciendo gastos básicos para la asistencia a la gente, y es imposible explicar por qué tenemos oficina en la Quinta Avenida y suprimimos a los profesores para sordos de las escuelas. Y segundo porque no responde a ninguna estrategia nacional inteligente, sino a la afición a montarnos paridas mentales cuando nos sentimos frustrados.
En cualquier caso, prefiero que le den el dinero a Bonaventura Clotet para que continúe su investigación sobre el sida –eso sí que es proyección internacional– que no que lo gasten en montajes de nuevo ricos que sólo responden a la megalomanía de políticos caducados. Y que, además, no nos podemos pagar.
Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.
viernes, 23 de diciembre de 2011
La parida mental de las embajadas catalanas
Pilar Rahola