Pinker cita un artículo del 2006 del politólogo Max Abrahams que examina los 28 grupos designados en el 2001 por el Departamento de Estado de EEUU como organizaciones terroristas extranjeras, habiendo estado activas la mayoría de ellas durante décadas. Su éxito (y sólo en objetivos limitados y concretos) en conjunto era menor del 5% (muy por debajo de otros medios de presión política como las sanciones económicas) . Nunca habían logrado propósitos maximalistas como imponer una ideología en un territorio, por ejemplo. En el libro también citado por Pinker How Terrorism Ends de otro politólogo, Audrey Cronin, se examinan un número mayor de organizaciones. Su conclusión: el terrorismo no funciona. Cronin constata: “los estados tienen cierto grado de inmortalidad en el sistema internacional; los grupos no”. Ni siquiera obtienen lo que buscan. Ninguna organización terrorista ha acabado con un estado. Es más, el 94% de ellas no alcanza ninguno de sus objetivos. La mayoría también termina por sus discrepancias internas, la dificultad de los líderes en encontrar un sustituto y “la rendición de los reclutas a los placeres de la vida cívica y familiar”. Los grupos terroristas también pierden el apoyo cuando se percibe que “se pasan” incluso por los simpatizantes. Cronin dice que “la violencia tiene un lenguaje internacional; pero también la decencia”.
Via Mujer-Pez.