El sistema democrático es imprescindible no porque nos permite elegir a los gobernantes sino porque nos permite sacarlos del poder sin violencia. Hoy, quizás por primera vez, millones de ciudadanos iremos a votar sobre todo para echar a los que lo han hecho tan mal. No votaremos como consumidores, en función de las mejores ofertas políticas realizadas a costa de la caja pública, sino como ciudadanos que han hecho balance de una gestión y han decidido castigarla.
El gobierno del PSOE, al igual que la mayoría de gobiernos europeos de derecha o de izquierda, es responsable de una política de gasto casi ilimitado que tenía por objetivo no la estimulación de la economía sino la compra del voto de los electores. Una política de vivir del crédito, con enormes déficits públicos y una deuda galopante. Una política que continuó aplicándose incomprensiblemente después de estallar la crisis financiera en EEUU en 2008.
Una crisis que no era comparable ni a la de 1930 ni a la de 1974, pero que se ha agravado por los remedios desproporcionados que se han aplicado, primero en Estados Unidos y después en Europa. Se ha querido curar una crisis de deuda con medicinas para una crisis de demanda. Es decir, con más deuda. Los keynessianos aseguran que las medidas de relanzamiento han evitado una catástrofe peor, pero la única realidad comprobable es que su coste ha sobrepasado astronómicamente los recursos públicos disponibles, generando una crisis mucho más grave.
Hoy es el día de pasar factura a los responsables de la misma.
