Dicen que trabajar con Manel Fuentes, editor y presentador del programa "El matí de Catalunya Ràdio", es insoportable. También dicen que es un provocador, un prepotente y muchas otras cosas más. Probablemente, más de una y de dos de estas críticas sean ciertas. Pero si escribo esto no es para hablar de la personalidad de Fuentes, algo sobre lo que no estoy capacitado ni legitimado, sino sobre la campaña demagógica y surrealista que se está montando para pedir su dimisión.
Usuarios de Facebook han creado un grupo pidiendo que lo despidan por la entrevista que hizo ayer por la mañana el catedrático de Ciencia Política de la Pompeu Fabra, Vicente Navarro. Una entrevista que, a pesar de excederse en la forma, ya que podía parecer en más de una ocasión un interrogatorio policial, fue impecable en el fondo.
Manel Fuentes no es Walter Cronkite, pero tiene el derecho y la obligación de poner contra las cuerdas a las vacas sagradas de este país. Será simpático o huraño, tranquilo o histérico, pero apretarles los tornillos a los entrevistados para hacerlos entrar en contradicción y conseguir que quede clara su posición merece el aplauso.
El problema es que en este país estamos demasiado acostumbrados a un periodismo reverencial, que oscila entre el aburrimiento o la adulación, lejos de las técnicas interrogatorias punzantes del periodismo británico o estadounidense. Pero, sobre todo, el problema que tenemos es la intensa y extensa intolerancia hacia los que se desmarcan del consenso "nacional-progresista" que, durante 30 años, ha pesado como una losa de plomo sobre la libertad de expresión de este país.
Si los "indignados radiofónicos" piden la dimisión de Fuentes no es por qué defiendan la pluralidad sino porque no la toleran. No lo digo yo, lo dicen ellos mismos: "este es sólo un ejemplo de la politización y ideologización que sufren los medios públicos, sumándose al discurso neoliberal y faltando a la objetividad periodística. Exigimos periodismo. ¿Cuál es el modelo de Radio Pública que queremos? ".
Este ataque contra Fuentes por su supuesto neoliberalismo lo inició el profesor Navarro el pasado mes de julio con una carta abierta donde denunciaba "que el sesgo de su programa es francamente indignante" y le pedía que "diversificara sus mensajes y también sus tertulianos", postulándose indirectamente como comentarista.
La radio pública, mientras exista, debería contemplar ciertamente la pluralidad, pero no sólo hacia fuera sino también hacia adentro. Si todos los ciudadanos la tienen que pagar obligatoriamente, tanto si les gusta como si no, deberían poder verse reflejados en ella. Y para conseguirlo, no basta con hablar de todos. Para ello es necesario también que ante el micro haya periodistas con pensamientos políticos y filosóficos diferentes. No sólo periodistas catalanistas, nacionalistas, de izquierdas o independentistas, como es habitual, sino también de derechas, conservadores, liberales, constitucionalistas o españolistas. Incluso, periodistas como Manel Fuentes.
Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.