El anteproyecto de reforma laboral difundido por el gobierno antes de su aprobación en el Consejo de Ministros del viernes es otra oportunidad perdida. Peor aún, parece una revancha contra la patronal por no haber cedido en la negociación con los sindicatos.
La única y limitada concesión a los empresarios, exigida por Bruselas y el FMI, ha sido la desvinculación parcial de los convenios de empresa respecto a los convenios sectoriales o de ámbito superior -siempre que no haya pacto en contrario y la situación de la empresa lo justifique- con respecto al sueldo y los complementos salariales, la compensación por horas extras, el horario y la distribución del tiempo de trabajo, la clasificación profesional, la adaptación de las modalidades de contratación y las conciliación entre vida laboral y familiar .
Aparte de esto y de permitir que un máximo de un 5% de la jornada de trabajo -frente al 15% que pedía la CEOE- se pueda distribuir de forma irregular a lo largo del año, el anteproyecto de ley del gobierno no modifica nada más.
-No habrá despido objetivo con 20 días de indemnización por año trabajado y un máximo de 12 meses.
-Tampoco habrá reducción y simplificación de los contratos actuales.
-La ultraactividad seguirá, de forma que si no hay acuerdo entre los trabajadores y el empresario la vigencia del convenio se renovará automáticamente en sus condiciones básicas.
-Los salarios seguirán actualizándose en función del IPC y no de la productividad.
-No introduce cambios en la movilidad funcional y geográfica.
Puro estilo Rubalcaba...
