Xavier Sala i Martín:
¿Eurobonos? No, gracias
...muchos analistas han propuesto la creación de los “eurobonos”. Es decir, en lugar de que España, Italia, Alemania y cada uno de los países de la Unión Europea vayan a los acreedores por separado, cada uno emita sus propios “papelitos” (es decir bonos) y cada uno pague un tipo de interés distinto, la propuesta es que vayan todos juntos, emitan un solo tipo de papelito (llamado “eurobono”) para que así, todos paguen el mismo tipo de interés. La idea es que si Italia o España no pudieran devolver el dinero, los demás lo tendrían que hacer por ellos (por eso a veces a esos eurobonos también reciben el nombre de “mutualización de la deuda”). Y como Alemania es muy de fiar, el tipo de interés que cobrarían por esos eurobonos sería menor que el que le cobran a España e Italia de manera que España e Irtalia acabarían pagando unos intereses mucho menores con los eurobonos de los que pagan en la actualidad. La otra cara de la moneda es que la probabilidad de que Alemania no pudiera hacer frente a las deudas sería superior si tuviera que ser responsable de las deudas de todos los europeos (la suma total de las deudas de todos los países de la UE es de ¡8 billones de euros!, una cifra elevada incluso para Alemania) y no solo de las suyas, por lo que los intereses de los eurobonos seguramente serían superiores a los que paga Alemania. Dicho de otro modo, los eurobonos harían que los países disciplinados como Alemania acabaran pagando unos intereses superiores y los países indisciplinados acabaran pagando menos. Es decir, los eurobonos son una buena idea para los países (fiscalmente) malos y una mala idea para los países buenos. No es de extrañar que los países fiscalmente buenos se opongan a la idea.
Mejor idea: el European Redemption Fund
Una tercera propuesta, hecha por el consejo de sabios asesores independientes de Alemania, funcionaría exactamente al revés que la de los bonos de colores en el sentido de que se convertiría en eurobonos solamente la deuda que esté por encima del 60% del PIB y no la que está por debajo. La propuesta alemana, llamada “Fondo Europeo de Redención” de deuda (ERF), consiste en lo siguiente:
Primero, cada país va al mercado de deuda y emite sus propios bonos para toda la deuda hasta llegar al 60% del PIB. Los países que tienen deuda por debajo del 60% quedan fuera del programa (lo que deja fuera a Finlandia, el país que más se opone a mutualizar la deuda). También se quedarían fuera del programa los que están siendo “rescatados” por el European Financial Stability Facility (EFSF) que son Grecia, Irlanda y Portugal. Por lo tanto, los países que podrían participar serían Italia, Alemania, España, Francia, Austria, Bélgica, Holanda, Chipre y Malta.
Segundo, toda la deuda por encima del 60% del PIB se pone en un pozo o fondo común y se financia con eurobonos. Es decir, los 9 países que participan en el programa son corresponsables de devolver el dinero del pozo común. Italia sería el que más deuda pondría en ese pozo (900.000 millones de euros), seguido de Alemania (550.000 millones) y Francia (500.000 millones). España podría poner unos 120.000 millones (antes de contar el rescate de los bancos). Se estima que el total de deuda que acabaría en ese pozo sería de 2,3 billones de euros.
Fijaos que, al reducir la deuda “individual de cada país” al 60% del PIB, en teoría ningún país debería tener problemas para financiar esa deuda por lo que los intereses sobre el primer tramo se reducirían a niveles normales. En cuanto al resto de la deuda, al estar garantizados por los 9 estados (entre los que está Alemania), los intereses del segundo tramo también bajarían.
¿Cómo se pagaría la deuda? Pues bien, en el momento de formalizar el “pozo común”, cada país se comprometería a devolver el dinero EN 25 AÑOS a base de enviar directamente a los acreedores para pagar los eurobonos una parte de su recaudación impositiva. Se habla de enviar una parte del IVA directamente para redimir los eurobonos. Lógicamente, la parte del PIB que cada país se compromete a enviar es proporcional a la cantidad de deuda que uno ha metido en el pozo: como Italia ha metido más deuda, Italia deberá poner más dinero para devolverla. Es decir, con este mecanismo, los Italianos acaban pagando su deuda, los alemanes la suya y los españoles la suya. Lo que pasa es que los intereses que pagan los Italianos y los españoles son menores que los que pagan con el sistema actual.
Las ventajas de este sistema son las siguientes. Primero, los intereses por el primer tramo de deuda (hasta el 60% del PIB) son menores porque al ver los acreedores que la deuda de la que cada país es responsable es “solamente” del 60% del PIB, la credibilidad de cada país aumenta y por lo tanto, los intereses que se necesitan para financiar esa deuda bajan. Segundo, los intereses del segundo tramo (lo que está por encima del 60% del PIB) también bajan porque se convierte en eurobonos de la que son responsables todos los países que participan del programa. Tercero, se crea un mecanismo que obliga a todos los países miembros a comprometerse a reducir su deuda al 60% del PIB en 25 años. Es decir, de aquí 25 años todos los países del euro FINALMENTE satisfarán los criterios de Maastricht, unos criterios que todos debían haber satisfecho cuando entraron a formar parte del euro pero que pocos satisfacían. Cuarta, los países que más se benefician son también los que más sacrificios deben hacer: Italia es el país que más deuda tiene por encima del 60% del PIB y, por lo tanto, es el que más deuda podrá lanzar en el pozo común (viendo así reducidos sus intereses sobre una mayor cantidad de deuda)... pero, si quiere formar parte de este club de eurobonos, Italia también será la que se comprometerá a enviar directamente a Europa una mayor parte de impuestos. Es decir, el problema del “riesgo moral” se minimiza porque los Italianos (y no el grupo de socios) acaban siendo responsables de su propia deuda.
Quinto, Finlandia, que es el país que más se opone a los eurobonos, queda fuera del programa y, por lo tanto, deja de ser un impedimento. Y sexto, y más importante, la propuesta fue impulsada por el consejo de asesores de Angela Merkel y, por lo tanto, no solo cuenta con el visto bueno de la cancillera de Europa sino que ni siquiera viola la constitución alemana.