La importancia estratégica de un cambio de régimen en Siria es mucho mayor que en Libia, pero en cambio ni Europa ni EEUU parecen dispuestos a implicarse de la misma manera. Quizá porque el resultado de la intervención militar contra Gadaffi no ha sido tan bonito como se ha querido presentar. En cualquier caso, una intervención internacional que facilitara la transición democrática, impidiendo que la sanguinaria oposición islamista siria se haga con el poder, comportaría tres grandes ventajas:
1) Significaría el fin del intervencionismo sirio en el Líbano y el debilitamiento del islamismo radical y violento de Hezbollà, lo que facilitaría la recuperación democrático del país.
2) Conllevaría un duro golpe a las ambiciones de Irán. Sin Siria, que es su mejor y único aliado en la región, mantener armados a los terroristas de Hezbollà o de Hamás sería muy difícil y complicado para Teherán.
3) Acabar con la dictadura de los Assad sería un éxito en la lucha contra la proliferación nuclear, ya que Siria ha estado implicada en el desarrollo de instalaciones nucleares, de origen norcoreano y financiación iraní. Es más, hay fundadas sospechas de que actualmente Damasco podría estar apoyando a la dispersión de las instalaciones del programa nuclear de Teherán para preservarlo de un posible ataque militar israelí.
A diferencia de otras revueltas o revoluciones de la llamada primavera árabe, la de Siria comenzó relativamente tarde y no ha tenido prácticamente efectos en las principales ciudades del país, tanto en Damasco, que es la capital política, como Alepo, que es la capital económica, sino especialmente en las zonas fronterizas. No ha habido un levantamiento simultáneo y generalizado contra el gobierno.
Rápidamente, la revuelta se hizo violenta, tomando formas típicas de acción guerrillera, y no sólo en reacción a la represión del régimen. Significativamente, la mayor violencia se produjo a las regiones, ciudades o barrios con mucha presencia de los "Hermanos Musulmanes", la principal organización del radicalismo islámico suní. Especialmente en la ciudad de Hama, donde no es por casualidad que en el año 1982 los "Hermanos Musulmanes" protagonizaron un levantamiento armado contra el gobierno.
Aunque la situación política ha quedado muy trastornada, los moderados suníes, mayoritarios en el país, podrían constituir una fuerza estabilizadores que facilitara una salida democrática a la crisis. Lamentablemente, Siria se desangrado en una espiral de violencia que no parece importarle a nadie-quizá porque no hay un Bush a quien cargarle la culpa-y Europa y Estados Unidos continúan adoptando la posición equivocada. Una vergüenza.
