Garzón es un mito romántico y por eso la izquierda lo admira. A pesar de sus raíces racionalistas, la izquierda ha tenido siempre un fuerte componente romántico que ha acabado divorciándola de la Ilustración.
El romanticismo exalta la voluntad y menosprecia la norma. Admira al terrorista -a pesar de aceptar que su acción es reprobable- por ser consecuente, por rebelarse y llevar su voluntad hasta las últimas consecuencias.
Para el romántico poco importa si las acciones son justas o injustas, legales o ilegales, morales o inmorales. Lo único que importa es la voluntad de actuar según la propia conciencia, por encima de las limitaciones que imponen las leyes, las normas o las convenciones sociales. Dicho prosaicamente: el romaticisme consagra la prevalencia del fin respecto a los medios.
Y es precisamente esta idea tan romántica la que ha llevado a Garzón a creer que podía entrar impunemente en la vida de los otros. Garzón ha escuchado las conversaciones de unos abogados con sus clientes de la misma manera que el agente de la Stasi, Gerd Wiesler, escuchaba la vida del dramaturgo Georg Dreyma. Garzón lo justifica como una medida necesaria para luchar mejor contra la corrupción política. Wiesler lo justificaba por el derecho del Estado a luchar con todos los medios contra los enemigos del pueblo y del socialismo.
La diferencia es que, mientras Wiesler rectifica y acaba ayudando a las víctimas, Garzón no duda en presentarse a si mismo como la única víctima.
Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.