Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


miércoles, 25 de julio de 2012

Josep Pla contra el euro

Josep Pla:

Me di cuenta de la importancia que tiene la moneda, del precio de la moneda en la vida humana. No puede haber ninguna forma de moral, si la moneda no es fuerte y no sirve para mantener la alimentación de la gente. Alemania, en la época de la República de Weimar, fue una jungla llena de bestias fieras. No hubo más que fieras y gente pobre. Esta es una realidad que nunca me he podido quitar de la cabeza, que ha sido una de las obsesiones más importantes de mi vida. Cuando veo en la época presente la frivolidad de la gente, quedo asombrado y estoy convencido de que el mundo no tiene remedio.

Josep Pla:

En mi opinión, la moneda es lo más importante de la vida: quiero decir no la moneda en sí, sino el precio de la moneda. He rechazado colaboraciones porque eran demasiado bien pagadas. Eso lo sabe el señor Laín Entralgo, que me propuso escribir para una revista farmacéutica y lo rechacé porque el precio era excesivo. Rechacé artículos pagados a 10.000 pesetas cada uno y propuestos por la Agencia Efe. El señor Alfaro, presidente de esta Agencia, lo sabe perfectamente. Soy un decidido contrario del funcionamiento intensivo de la máquina de hacer billetes. Todos los sueldos y jornales excesivos hacen funcionar esta máquina. Cuanto más billetes hay en circulación, más poco valen. Cuanto más billetes lleve en la cartera injustificados, menos valen los billetes. Los cretinos sostienen que los casos personales no tienen importancia en este asunto. Estos imbéciles no saben que todas las cosas grandes no son más que la suma de las cosas pequeñas. La primera obligación de un ciudadano no es ni la bandera, ni el honor retórico, ni las frases grotescas. La primera obligación de un ciudadano es mantener el precio de su moneda -y cuanto más alto sea mejor. El riesgo, la aventura, la combinazione (por decirlo en italiano), las sorpresas, las improvisaciones, los discursos, las promesas, me producen un malestar íntimo. Las cosas hiperbólicas no me han deslumbrado nunca. Lo único que pido es una seguridad -aunque sea mínima-, pero una seguridad que dure años y años y años. No pido nada más. Es muy poca cosa. Yo no quiero nada más. Encontrarnos cada quince días o cada cinco años con el culo por el suelo gracias a la ignorancia y a la petulancia de estos cuatro tontos que pretenden gobernarnos con las ilusiones del progreso, lo considero indecente.