Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


lunes, 26 de enero de 2015

Grecia encumbra la basura ideológica reciclada del estercolero de la historia


Europa arrojó al fascismo y el nazismo al estercolero de la historia en 1945 tras seis años de guerra brutal, e hizo lo mismo con el comunismo con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, tras más de 40 años de una larga y paralizante guerra fría. El domingo, Grecia decidió dar marcha atrás y recuperar de ese basurero al comunismo y al nazismo, ahora llamados pomposamente Coalición de Izquierda Radical y Amanecer Dorado, que han obtenido respectivamente el primer y tercer lugar en número de votos.

Ante este resultado, muchos hablan de respetar la democracia, y tienen razón, especialmente porqué los vencedores de estas elecciones son los primeros que no parecen muy dispuestos a respetarla. Los unos por que quieren hacer lo que Hitler en 1933 y los otros por que su objetivo final es la demolición de la democracia liberal, que antes llamaban burguesa, para substituirla por la democracia absoluta, que es la gran parida intelectual de la izquierda radical para hacer presentable lo que era la dictadura del proletariado o democracia popular.

Para esa 'nueva' izquierda radical, su modelo más cercano es la llamada revolución bolivariana de Hugo Chávez, que se inició en 1998 bajo la etiqueta de socialismo del siglo XXI y que ha conducido a Venezuela al desabastecimiento, la carestía, la corrupción institucionalizada, la delincuencia desbocada, la violencia política, la inseguridad jurídica y el recorte de derechos y libertades individuales que han convertido el Estado de Derecho en una caricatura.

Hoy, ante la victoria electoral en Grecia de esa izquierda del 'siglo XXI', la gran pregunta es: ¿se atreverá Syriza a seguir el camino de Venezuela o incumplirá su programa electoral? No lo sabemos. Pero lo que si sabemos es que de aplicarlo provocaría la bancarrota total del país, hundiendo a los griegos en una situación mucho peor a la sufrida hasta hoy. Por lo tanto, lo más inteligente para ellos sería gobernar y negociar con pragmatismo, nadando y guardando la ropa sin que parezca que han traicionado a su electorado, aunque para algunos la traición ideológica de Syriza es inevitable.

Visto desde la perspectiva española, lo mejor sería que Syriza cumpliese su palabra y aplicase, con celeridad y decisión, su programa electoral porqué las consecuencias desastrosas del mismo servirían de vacuna electoral ante el frentepopulismo de Podemos, los primos hermanos de Syriza.
Desde una perspectiva europeista, la victoria de Syriza, se mantenga fiel o no sus principios, es una mala noticia sin paliativos. El europeismo de la izquierda radical no tiene nada que ver con el europeismo de los padres fundadores de la Europa comunitaria y su 'soberanismo' no es una cosa muy diferente al nacionalismo. Gobierne o no con pragmatismo, se mantenga o no en el euro, Grecia no estará por la culminación de la unidad de una Europa que considera de los 'mercaderes', sumándose así al cada vez más lleno cajón de sastre del euroescepticismo. No es extraño, pues, que Le Pen haya felicitado tan efusivamente a Tsipras.  Como Putin, que ha recibido ya el apoyo del nuevo primer ministro griego anunciando su oposición a nuevas sanciones contra Rusia. Y es que la basura ideológica siente su afinidad apenas reciclada del estercolero de la historia.


Syriza-logos4partidos
Logos de los partidos de la coalición Syriza

viernes, 23 de enero de 2015

Nacionalismo, inmigración, BCE... ¿el fin de Europa?

El BCE ha aprobado un plan de compra de bonos soberanos durante un año y medio por 1,08 billones de euros. Con este plan, el BCE y la UE entran de lleno en lo que se ha dado en llamar la 'flexibilización cuantitativa', que no es otra cosa que crear dinero de la nada en la cuenta del banco central mediante una anotación por ordenador. El dinero así creado se usará para comprar deuda pública, como los bonos soberanos, en un intento de aumentar la demanda de los mismos y de forzar a la baja la presión sobre los tipos de interés, especialmente de los vencimientos a largo plazo, así como para combatir el riesgo de deflación. De ésta manera, y con independencia de la opinión que nos merezca esta política monetaria, la UE y el BCE siguen el camino de EEUU y la Reserva Federal (FED). Pero con una diferencia significativa que ha pasado desapercibida: el Banco Central Europeo imprimirá el dinero pero, a diferencia de la FED, el 80% de la compra de los bonos la realizarán los bancos centrales de cada país de la eurozona, que sólo podran comprar deuda de su propio gobierno. Esta diferencia no es una mera cuestión técnica, es la evidencia de que la naturaleza de la crisis europea no es tanto una crisis económica como una crisis política y moral derivada del predominio de los intereses nacionales sobre los intereses generales. Cómo apunta George Friedman:
Los países europeos no quieren cubrir los déficit de los demás, ya sea directamente o mediante la exposición del banco central a las pérdidas, una medida que haría a todos los miembros responsables. En particular, Berlín no quiere estar en una posición en la que una serie de impagos pueda paralizar a Europa en su conjunto y, por tanto, paralizar a Alemania. Por ello, el país se ha resistido a la flexibilización cuantitativa, incluso a costa de depresiones en el sur de Europa, recesiones en otros lugares y contracciones en la demanda de productos alemanes a pesar de que impulsan el crecimiento de la economía alemana a la baja. Berlín prefiere esos resultados a asumir el riesgo de convertirse en responsable de los incumplimientos de otros países. La principal negociación tuvo lugar entre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y la canciller alemana, Angela Merkel. Draghi se dio cuenta de que si la flexibilización cuantitativa no se hacía, la economía de Europa podría desmoronarse. A pesar que Merkel es ante todo la responsable del destino de Alemania, no del de Europa, sabe también que necesita una zona de libre comercio viable en Europa porque Alemania exporta más del 50 por ciento de su producto interior bruto. El país no puede soportar perder el libre acceso a los mercados a causa de hundimiento de la demanda de Europa, pero no va a financiar la deuda de Europa. Los dos líderes llegaron al compromiso de aceptar que el banco central imprima dinero pero que sean los bancos centrales nacionales los que compren la deuda.
Esta fórmula plasma la impotencia del proyecto europeo. La unión funcionó mientras funcionó la prosperidad, mientras los fondos comunitarios fluian a discreción, pero dejó de hacerlo cuando dejamos de atar los perros con longanizas y se impuso el sálvese quién pueda. Tan frágil era el proyecto europeo que se está hundiendo ante la primera gran crisis que ha tenido que afrontar, igual que el Titanic se hundió en su primer viaje. Europa sigue siendo un continente, pero no una idea. Y mucho menos un destino común.

Retomar en estos momentos el rumbo a una mayor unidad europea parece muy difícil por no decir imposible. El renacimiento del nacionalismo en casi todos los países europeos mina la base electoral de los partidarios de más Europa y nos conduce a una mayor desunión. Estamos divididos sobre como responder a Rusia en Ucrania. Estamos divididos sobre como responder al terrorismo islamista. Estamos divididos sobre como integrar la inmigración más allá de la multiculturalidad. Pero sobre todo estamos divididos sobre el futuro de Europa. ¿Se acabó el sueño europeo? Ahora mismo me conformaría con no despertar en el pasado.

martes, 13 de enero de 2015

Charlie Hebdo y el silencio de los corderos

Silencio. Este país ha estado y sigue estando en silencio ante la masacre de París. No es que se haya quedado mudo, es que no sabe que decir. Es el silencio de los corderos. O más exactamente, el silencio de los borregos. En Barcelona, la ciudad que bate todos los Guinnes en manifestaciones contra Bush y contra el Tribunal Constitucional, nadie ha organizado o convocado ni una sola concentración pública de rechazo. No ya una V o una cadenita, es que ni siquiera una de esas tantas caceroladas ‘espontáneas’ a las que somos tan aficionados. Apenas, como recuerda Arcadi Espada, una simbólica concentración de diez o doce musulmanes en el barrio del Raval. Y eso ha sido todo.

Aunque el caso de Barcelona es de una desvergüenza sin par, en el resto de España la reacción en la calle ha brillado también por su raquitismo e inanidad. Algunas fugaces concentraciones para cubrir el expediente o el compromiso institucional y poca cosa más. Realmente sorprendente, incluso para un país en dónde ya no nos sorprende nada.

Sorprendente que el PP, que perdió el gobierno por el atentado islamista del 11-M, haya sido incapaz de movilizar el rechazo y rehabilitar su política de compromiso internacional contra el terror. Sorprendente que, tras las duras críticas a la Ley Mordaza, la oposición socialista y de izquierda unida no haya salido a la calle en tromba en defensa de la libertad de expresión. Sorprendente que esos chavales que tantas manifestaciones, ocupaciones y escraches han montado y que pretenden llegar al gobierno en las próximas elecciones generales, no hayan movido un dedo ni dicho ni mú. Sólo dos tristes twits, uno de Errejón y otro de Echenique, el día de los atentados. Tal vez es que estaban muy ocupados preparando la revolución en el bar del Parlamento Europeo y no pudieron… ¡y eso que las víctimas de Charlie Hebdo eran sus primos hermanos políticos!

La muerte de Voltaire en París ha movilizado a Europa, que ha alzado la voz en defensa de la libertad y de la civilización democrática. Un grito que contrasta con nuestro silencio. Un silencio autista, como el silencio de los corderos. Con piel de lobo, pero corderos.

¿Despertará a Europa el asesinato de Voltaire?

El asesinato de Voltaire en el corazón de París debería marcar en Europa un tajante antes y después frente a la amenaza totalitaria islamista. Los millones de franceses que han salido a la calle en defensa de la civilización y la presencia en esa gran manifestación de París de jefes de estado y de gobierno de los países europeos y de más allá, entre ellos del israelí Netanyahu y del palestino Abbas, parecen marcar un cambio de actitud respecto a la naturaleza de la amenaza.

Una amenaza, sin embargo, de la que los grupos yihadistas -a los que hay que combatir sin contemplaciones- son tan sólo la punta de lanza violenta de un movimiento más amplio que pretende si no islamizar las sociedades europeas por lo menos legalizar la sharia en determinadas zonas geográficas o para determinad0s colectivos o comunidades musulmanas. Amparados en el relativismo moral instalado desde hace años en las sociedades occidentales, basado en determinadas ideas comunitaristas y multiculturales, el brazo secular del renacimiento islámico trabaja no en una concepción privada de la religión sinó en su imposición jurídica, política y social. Este brazo ‘civil’ del Islam, que puede ser sincero o no en la condena de la violencia yihadista, es el auténtico problema de fondo al que nos enfrentamos.

El Islam no es una religión más. El Islam es, sobre todo, un modelo político de sociedad que rechaza la separación entre religión y estado y que no concibe la praxis religiosa como un acto privado. Mientras el Islam no reforme estos aspectos, no será soluble en las democracias occidentales y seguirá siendo una fuente de tensión y conflicto. Durante décadas, la mayoría de inmigrantes musulmanes en Europa aceptaron pragmaticamente y sin mayores problemas vivir privadamente su religión, de la misma manera que lo hacíen los católicos o los judíos. Sin embargo, eso empezó a cambiar a partir de 1979 cuando triunfa la revolución islámica de Jomeini en Irán y los intentos posteriores de exportarla a todos los países en dónde hubiera musulmanes. Exportación del chiismo que alarmó a los regímenes sunnitas y que los impulsó a combatirlo y contrarrestarlo por todos los medios, entre ellos invirtiendo millones de petrodólares en la construcción de mezquitas en Europa y en imanes de su plena confianza y obediencia que llevaran el agua de las prédicas a su molino. De esta manera se expandió la visión rigorista del Islam y se reintrodujo el control social de los musulmanes en la inmigración. Una situación que no sólo perdura sinó que ha ido en aumento, como ha denunciado el alcalde musulmán de Rotterdam: "Es incomprensible que puedan volverse en contra de la libertad ... Pero si no os gusta la libertad, por amor de Dios haced las maletas y marchaos".

Este renacer islámico en Europa, sumado a la crisis y a la globalización, ha terminado por dar alas a nuevos partidos alternativos de cuño nacionalpopulista. La incapacidad de la derecha conservadora clásica y de la izquierda socialdemócrata tradicional, encorsetadas en la complacencia y la corrección política, les ha abierto las puertas del poder. Cerrárselo es ahora su misión histórica. Y para ello, lo primero que han de hacer es romper el círculo que retroalimenta al islamismo radical y al nacionalpopulismo, capitalizando decididamente y sin titubeos la movilización más grande de la historia de Francia. Y deben hacerlo por muchas razones, pero sobre todo porqué si no lo hacen ellos lo hará el nacionalpopulismo, que ya ha empezado a descorchar las botellas de champán.