Isaiah Berlin dijo en una ocasión que él era de su tiempo y no de un lugar. Europa fue también de su tiempo y no de un lugar cuándo decidió en 1950, tras dos guerras brutales que enfrentaron a unas naciones contra otras, desbordar el modelo de estados soberanos nacido en 1648 con el Tratado de Westfalia. Un Tratado que terminó con 30 años de ‘guerra civil’ europea y dividió el continente en estados nacionales soberanos. Unos estados-nación europeos ya no basados en la religión, la etnia o la lengua sinó en la ley y que hoy nos parece que han existido siempre como tales, pero que en su gran mayoría no tienen más de 350 años.
Los hombres que decidieron ser de su tiempo y no de un lugar no fueron precisamente iluminados conspiradores románticos o utopistas revolucionarios de izquierda. Por el contrario, fue un grupo de demócratas conservadores y liberales de fuertes convicciones cristianas: Konrad Adenauer, Jean Monnet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul-Henri Spaak o Altiero Spinelli. Esos hombres, decidieron ‘desarmar’ los estados nacionales que aíslan y separan a los pueblos europeos -cuándo no los enfrentan- para ofrecerles la idea de una ciudadania compartida. Una ciudadania común que suprime fronteras, frente a la ciudadania de territorio que las levanta. Esa ciudadania común, que erróneamente se ve como una entelequia, hunde sus raíces en un sustrato común histórico, político, religioso, económico y cultural que construyó Europa desde el helenismo griego al derecho romano, desde los monasterios medievales al Ranacimiento y la Ilustración.
El proceso de integración europea, que muchas veces exaspera por su lentitud, ha avanzado mucho y muy rápido para lo que suele ser el ‘tempo histórico’. La integración económica, las políticas comunes, la moneda única, las instituciones europeas… son una realidad. Hemos hecho mucho camino, pero también es cierto que pese haber suprimido la mayor parte de las fronteras físicas interiores en la Unión Europea, las viejas fronteras nacionales mentales y jurídicas todavía persisten. Y persisten porqué la ciudadania sigue siendo en gran parte esclava de los estados nacionales, que se resisten a morir por lenta extinción.
El mundo ha cambiado drásticamente en los últimos decenios: el totalitarismo comunista se hundió con el muro de Berlín, la economia ha dejado de ser nacional para ser global, internet y las nuevas tecnolgias no sólo han hecho añicos las fronteras sinó que unen e igualan a millones de personas, la inmigración masiva circula incontenible y dramáticamente, los genocidios perpetrados dentro de fronteras soberanas ya no nos son tolerables. El orden nacido en Westfalia hace aguas por muchos lados. Pero para hacer frente a estos retos algunos proponen el repliegue a modelos del siglo XVII, sin querer entender que el problema no es tanto el encaje de Cataluña o Escocia con España o el Reino Unido, como el encaje de Europa en el mundo globalizado.
Lamentablemente, la mayoría de la clase política europea no se atreve a culminar el cambio que iniciaron los padres fundadores hace 65 años. Al igual que los ciudadanos abatidos por la crisis, estan perplejos y confusos. Tienen miedo a ese futuro que ya ha llegado sin llamar a la puerta. Prefieren, una vez más, lo malo conocido a lo bueno por conocer, alimentado con ello a todos aquellos que piensan que hay que volver a lo ‘seguro’, a la ciudadania del terruño , la etnia, la lengua o la fe, frente a la ciudadania europea. A aquéllos que quieren volver a ser un lugar antes que ser de su época. A los que quieren regresar no ya a Westfalia sino a un estado anterior en lugar de seguir construyendo Bruselas y Estrasburgo. Por suerte, los escoceses han elegido hoy ser de su época antes que de un lugar.
NIHIL OBSTAT
*Este artículo es deudor de los artículos de Guy Sorman sobre Westfalia, el estado-nación y el nacionalis
Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst
Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.
Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.