En política interior, ha cosechado fracaso tras fracaso. La reforma sanitaria, su proyecto estrella, ha sido una chapuza. La reforma migratoria, sigue el mismo camino por su incapacidad de encontrar apoyos legislativos. Las relaciones raciales han empeorado bajo su mandato, o por lo menos su percepción entre los estadounidenses, especialmente los afroamericanos. La diferencia patrimonial media entre blancos y negros ha superado la de la Sudáfrica del apartheid, según el New York Times. La recuperación económica ha sido anémica y aúnque ahora ha dado un tirón, todavía está por ver.
Por lo que se refiere a la políta exterior, nada de nada. Si existe, no se la conoce. El mundo está patas arriba, pero el muy chulo se dedica a jugar al golf. Guantánamo sigue ahí, a pesar de su reiterada promesa de cerrarlo. Abandonó a su suerte lo bueno que había en las primaveras árabes; no movió un dedo en la guerra de Siria y lo movió mal en la de Libia. Ahora, sermonea a Putin -que campa a sus anchas por Crimea y por el Este de Ucrania a pesar de la arenilla de las sanciones en el zapato- y reconoce frente a la nueva Al Qaeda -que vuelve a aterrorizar a Iraq y al mundo entero- que no sabe todavía lo que tiene que hacer.
¿Incompetencia? ¿Ineptitud? ¿Estupidez? La incapcidad de Obama proviene, no solo de un diagnóstico equivocado de la realidad, sino de la creencia en que la predeterminación histórica sustituye a la acción, en formulación de Victor Davis Hanson.
"He also believes history follows some predetermined course, as if things always get better on their own. Obama often praises those he pronounces to be on the “right side of history.” He also chastises others for being on the “wrong side of history” — as if evil is vanished and the good thrives on autopilot."Así, su respuesta a los problemas no solo es esperar y ver, sinó esconder la cabeza bajo el ala confiando que el Tiempo, Dios, la Historia o la Suerte los resuelva. Sin embargo, Putin, Estado Islámico o Boko Haram, no són una simple anacronia histórica, algo fuera de lugar que se desvanecerá por si solo tarde o temprano, sino la evidencia de que las pasiones, los miedos y los comportamientos ancestrales siguen existiendo en muchas partes y que la civilización es una fina película que se rompe con extrema facilidad. La historia no tiene ni un rumbo ni una finalidad predeterminada. Es por ello que no podemos endosarle la solución de los problemas humanos. Esperar a que el devenir los resuelva, cuando los enemigos estan escribiendo la historia a cuchillazos, no sólo es equivocado, es pura y simplemente suicida.