Adiós a Nihil Obstat | Hola a The Catalán Analyst





Después de 13 años de escribir en este blog prácticamente sin interrupción, hoy lo doy por clausurado. Esto no quiere decir que me haya jubilado de la red, sino que he pasado el relevo a otro blog que sigue la misma línea de Nihil Obstat. Se trata del blog The Catalán Analyst y de la cuenta de Twitter del mismo nombre: @CatalanAnalyst . Os los recomiendo.



Muchas gracias a todos por haberme seguido con tanta fidelidad durante todos estos años.


miércoles, 3 de abril de 2013

Islandia, la revolución que nunca existió

No. No ha habido una revolución islandesa. El estado vio quebrar los bancos tras intentar un rescate que los socios europeos y especialmente Gran Bretaña, se negaron a prestar. Se nacionalizaron temporalmente los bancos quebrados como hubiera hecho cualquier gobierno en la misma situación (como hizo el británico o ha hecho el español, por cierto). Hubo movimientos de protesta bienintencionados, que estuvieron encantados de escucharse a si mismos haciendo un blando discurso antisistema en pacíficas y tranquilas sentadas. Un discurso que efectivamente en muchos aspectos tenía melodías comunes con el quincemismo. Se renovó parte de la clase política sin que un solo responsable político o financiero fuera a la carcel (los financieros que lo fueron no lo hicieron por su responsabilidad en la crisis sino por estafas que hubieran sido penadas igualmente). Los partidos, a derecha e izquierda, tomaron un discurso aun más nacionalista. La economía volvió a ponerse en marcha con cifras de crecimiento que se explicaban, más que nada por el terrible bache de las quiebras (crecer un dos por ciento anual tras una caída en el abismo, no es para tirar cohetes) y aún así basándose en una burbuja inmobiliaria.

El proceso constituyente que supuestamente iba a refundar el estado desde el «espíritu» de las asambleas se desinfló… simplemente porque las asambleas no habían destilado otro programa que abrir un proceso constituyente. Y ahora, leyendo la constitución, unos aducen que en realidad para ese viaje no hacían falta alforjas y otros la agitan simplemente como símbolo. En lo que todos están de acuerdo es en que los contenidos, lo que el boceto de nueva constitución dice, dificilmente podría llamarse revolucionario. ¿La causa? Las famosas asambleas fueron la expresión de un descontento, pero no cambiaron consensos sociales fundamentales. No como para refundar el estado si es lo que se pretendía. Con una dosis extra de nacionalismo y el bonito recuerdo de la fraternidad de las protestas todos parecen contentos./ David de Ugarte