Antón Uriarte:
El Cambio Climático no ha sido mencionado ni una sola vez en el tercer y último debate entre Romney y Obama dedicado a política internacional. El supuesto peligro global ha quedado relegado y olvidado. Habría tocado a Obama sacar el tema. Hace cuatro años prometía a la humanidad, al modo de Moisés y en oposición al Rey Canuto, salvarnos de las aguas y de la inundación oceánica.
Ahora ha preferido que en el final de campaña prime el slogan de Biden "Osama Bin Laden está muerto y General Motors está viva". Avívese la fabricación de automóviles y aumentemos la producción de combustibles fósiles. Más independencia y más barata calefacción, electricidad y gasolina.
Todo lo contrario de lo que ha venido predicando y de lo que en la retrasada Europa se sigue predicando todavía.
Pero el debate ha servido también, una vez más, para evidenciar la política internacional hipócrita, cobarde y mezquina que ha practicado Obama durante su primer -y esperamos que último- mandato presidencial.
La política internacional de Obama en zonas de conflicto ha consistido, a diferencia de Bush, en no dar la cara y en "dirigir desde atrás" las intervenciones militares. Una estrategia que sería buena si no fuera porque la mayoría de las veces no funciona.
Mientras Bush abrió uno de los debates políticos, militares y diplomáticos más intensos de la historia reciente al llevar su propuesta de derrocar a Saddam Hussein al Consejo de Seguridad de la ONU, Obama ha optado por desaparecer de la escena pública y actuar de escondido, como Don Vito Corleone.
Mientras que la guerra de Irak fue retransmitida en directo, segundo a segundo, durante seis años por todos los medios de comunicación del mundo, los asesinatos selectivos de Obama quedan en la penumbra, cuando no en la oscuridad más absoluta. Salvo, claro está, cuando la víctima sirve para ponerse medallas, como es el caso de la merecida muerte de Osama bin Laden.